Sí, ayer tuve un día de mierda, bueno, no fue ayer, fue hace dos días, el Domingo 30 de Julio. Pero como lo escribí ayer, dejaremos el título así.
Que conste, que voy a intentar resumir todo lo que pueda, pero es que… Me resulta difícil poder resumir lo que pasó ese día. Les pongo en situación, vaya, que les voy a hacer una pequeña introducción:
Hecha la introducción, vamos al lío:
Resulta que, el problema, no solo lo tengo con los medios de transporte, sino que también los tengo (tenemos) en las mismas playas donde entrenamos. ¿Cómo? Pues sí, no es la primera vez que la policía nos persigue, nos quiere multar, o que la gente nos tacha de… (de no entiendo bien de qué, pero de algo muy malo). Parece que seamos ladrones o delincuentes. ¿Hola?, ¿Sólo estamos haciendo deporte?, ¿Un deporte que trae dinero a la isla? ¿Un deporte que es limpio?, ¿Un deporte que usa la energía del viento? ¿Un deporte que no deja huella ni despercidios?
Y les digo una cosa, ayer aprendí, que la ignorancia es muy atrevida -y muy peligrosa-.
Como cada día, me dirigía a mi spot de kite preferido en el mundo (y si me conocen, saben que he recorrido medio mundo y que puedo opinar del tema); los lagos de Cotillo en Fuerteventura.
La playa del Marrajo en Cotillo, Fuerteventura. Un lugar único en el mundo
¡Chacho! Que es que la gente no se da cuenta de que tenemos uno de los mejores sitios para practicar kite del mundo EN EL PUEBLO DE COTILO, en la isla de Fuerteventura. Y… No sé por qué razón, pero a día de hoy, ese cachito de playa, la Playa del Marrajo, todavía no es zona kite (en otro post explicaré por qué este sitio es tan único y especial, a ver si así arreglamos algo). Una de mis teorías sobre la razón de por qué AUN no es zona kite es porque… Será que no hay playa suficientes para los bañistas.
Ah, ¡espérate!, que sí que hay, que dice Wikipedia que, «la longitud de costa de Fuerteventura es de casi 326 kilómetros, de los cuales 77 son de playa».
Vale, descartado. Seguiré intentando construir teorías del por qué. Bueno, al lío, como cada día/verano desde 2011, me metí al agua a entrenar, con la mala suerte de que un señor con su caña de pescar, tuvo ganas de pescar en el mismo momento que yo de entrenar. Y, en el mismo sitio.
Les prometo que, súper educada y con carita de ángel, me acerqué al señor a pedirle si le importaría moverse un pisquito (poquito) más para arriba para que el pueda pescar tranquilo y los que hacemos kite, no clavarnos el anzuelo. Cerca de entenderme o moverse 10 metros más para arriba, me empezó a gritar, a insultar y a decirme que me fuera a la mierda, que el de ahí no se iba a mover. Con la cara a cuadros, después de que me hubieran gritado por la cara, seguí a lo mío. Pero… El señor pescador, no se dio por vencido y, como no podía pescar pescados tranquilo, pensó que sería una buena idea… Intentar pescarme a mí. A mí el anzuelo me rozó el muslo, pero al que venía detrás de mí lo pilló y… Por suerte no en una oreja, una mano o un ojo… Lo enganchó por el leash.
Mi estado de nerviosismo e incredulidad era máximo. Estaba temblando. No entendía nada.
No sabía si reírme o llorar. ¿Por qué estaba pasando todo este lío si yo solo quería ir a hacer kite tranquila? ¿Me perdí algo? ¿Hice algo mal? El señor se fue pero (después de montar un pollo y de que media playa estuviera alterada), al irse él, por supuesto, entraron en el agua un montón de bañistas. Pensé: «pues, que putada» (perdón por las malas maneras), «me esperaré a que salgan y saltaré donde pueda, al final, todos tenemos derecho de usar la playa«. Al pasar por al lado de estos bañistas (que ya se estaban metiendo a la parte profunda para no dejarnos pasar), me ocurrió algo que, nunca pensé que me pasaría en la vida por estar haciendo deporte (en otra situación lo hubiera entendido). La gente empezó a gritarme, histérica:
«Lárgate de aquí, no puedes estar aquí», «esta playa es nuestra», «como te acerques a mi te parto la cabeza», «a tomar por culo, fuera ya de aquí», «gilipollas, lárgate», etc.
Una de las varias caras que, probablemente, tuve en ese momento
Y esto me lo gritaban… Pues cada vez que pasaba al lado de ellos. La primera vez me paré súper tranquila a intentar explicarles que si se quedaban donde estaba (detrás nuestra) no pasaba nada, ya que era imposible que las cometas les cayeran encima y así todos podamos disfrutar de la playa. Pero, bueno, parece ser que nadie quiso escucharme y razonar, así que, después de escuchar de nuevo los insultos un poco más de cerca, me senté en la orilla, hecha polvo, a preguntarme por qué yo me merecía ser amenazada de esta manera por estar haciendo deporte (en el sitio donde lo hago desde hace 7 veranos).
La gente, no contenta, se acercó a mí en la orilla a seguir gritándome,
Amenazando con llamar a la policía si no nos íbamos. «Por favor señores, llamen a la policía para explicarle que me acaban de amenazar varias veces con partirme la cabeza», respondí yo. (…) Seguía sin poder creerme lo que estaba pasando. ¿¡Enserio está pasando todo esto porque nos metimos 3 a hacer kite donde lo hacemos todos los días?¡ Después de gritos y más gritos, la gente, al verme llorar hecha pedazos, pareció querer escuchar. No sé hasta qué punto, pero creo que me entendieron, o por lo menos les di pena. Alguno hasta me pidió perdón (de aquella manera, todo sea dicho).
El kite NO es peligroso
De ese día, me quedo con las maneras de la gente; en ningún momento, nadie me preguntó a mi dónde se podían bañar para que yo pudiera entrenar, simplemente, me imponian a gritos que me largara (cuando yo sieeeeeempre me paro a explicarle a la gente las zonas de seguridad y no me molesta que nadie este bañándose en el agua). De hecho, mis hermanos pequeños han estado siempre conmigo en la playa y en el agua y no ha pasado absolutamente nada. De ese día, me quedo con el poco cerebro de todos aquellos bañistas, con los gritos, con los insultos, con las amenazas, con los ojos llenos de odio. De ese día me quedo con la impotencia de que la gente no entendiera que no estaba matando a nadie, solo estaba entrenando, solo estaba haciendo deporte, solo estaba intentando llevar el nombre de España, de Canarias y de Fuerteventura un poquito más lejos a través del deporte. De ese día, me quedo con la tristeza que me inundó al ver lo estúpido que es y que puede ser el ser humano.
Pero, sobre todo, me quedo las caras de los hijos de los padres y madres que me gritaron, amenazaron e insultaron, cuando me los llevé en la espalda a hacer kite, como hago con mi hermana en la foto de arriba 😉 (zas).
Si estás leyendo esto, hagas o no kite, te quiero decir algo:
Solo tenemos un mundo para compartir. ¿Lo compartimos o nos matamos por él? Está en tus manos. TODOS podemos estar en el agua conviviendo. TODOS tenemos derecho a disfrutar de estas playas tan especiales (los windsurfs, los bebes, los abuelos, los kites, los surferos, los majoreros, los canariones y los «españoles» como dijo alguno aquel día). NADIE se merece que lo amenacen o le hagan sentir miedo, y menos por hacer deporte. NADIE se merece que les claven un anzuelo por la cara. El RESPETO y la EDUCACIÓN es un derecho, pero también un DEBER, que no se les olvide. Por favor, infórmense antes de hablar de cosas que no saben. Estudien, pregunten, porque preguntando se llega a Roma. Fórmense, porque mientras más inteligentes sean de verdad (no se crean inteligentes), más decisiones sabias y con sentido podrán tomar. Sonrían más, porque así recibirán más sonrisas de vuelta y el mundo será mejor. Y, recuerden, que tenga un kite, un skate o una tabla de surf en las manos, no me hace ninguna delincuente.
¿Convivimos? ¿O mejor nos partimos las cabezas con tablas de kite? Ustedes dirán.
PD: Ayuntamiento de la Oliva, Costas, o quien sea responsable de esa playa, si están leyendo esto… Me encantaría poder reunirme con ustedes.
GRACIAS por leerme,
Julia Castro enseñándole a hacer kite a su hermana de 10 años
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