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Filipinas parte II

La foto que vas a ver a continuación es la descripción gráfica de dolor: 

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Es el dinero que tuve que pagar para quedarme en Filipinas el tercer mes. La cantidad está en pesos, tranqui, pero aún así es bastante dinero. Hoy es 18 de Marzo y, después de dejarles mi hígado en la mesa y sentirme algo pobre decidí irme a dar una vuelta yo sola por Manila y de paso volver a casa a lo pobre (en tren).

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En la foto de la derecha podéis ver el «regalo» que te dan después de pagar todo ese montón de dinero, mi carnet de identidad de turista Filipina.
De camino a la estación me encontré con «China Town», nunca había estado en ningún China Town del mundo y decidí que no podía perdérmelo. Era, cuanto menos, un sitio bastante curioso. Y, bueno, caminando caminando me encontré con la parte «oscura» de la ciudad de Manila. La parte, probablemente, más pobre.

 Mis amigos me decían que era bastante peligroso caminar por ahí yo sola pero, para ser sincera, no tenía miedo. Tampoco tengo idea sobre las estadísticas de crimen en Manila pero me sentía segura, incluso sintiéndome como un elefante de feria (por eso de que todo el mundo te mira admirado por ser «blanco»).

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Después de la última foto de la derecha mi móvil se quedó sin batería y no pude sacar más fotos de todo lo que vi después. Tampoco traje la cámara de fotos así que el resto se quedó en mi memoria. Justo debajo de la estación me encontré eso que no queremos creer que existe, eso que ignoramos y hacemos como si no fuera con nosotros… Eso que llega un momento en el que, tristemente, hasta te acostumbras: mujeres, niños, ancianos y gente de toda clase durmiendo en el suelo encima de trozos de cartón.

Me acuerdo perfectamente de la primera vez que vi un niño durmiendo en la calle. Fue un shock bastante grande para mí, recuerdo lo mal que me sentí al verlo. Fue en Brasil, en la ciudad de Fortaleza. El chaval, que tendría unos 13 años dormía en el suelo en la puerta de un banco. Ni siquiera tenía zapatos.

 

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Hoy escribiendo este post me siento con ganas de ser un poco crítica. Tengo que decir que al lado de todo esto había una iglesia enorme, limpia y muy bonita (la de la foto de arriba). De este tema me dan rabia 2 cosas:

  1. Que haya tanto dentro de este edificio pero tan poco para los demás.
  2. Que la gente, esa que no tiene nada, seguirá yendo a rezar a su dios para que les saque de la situación en la que están. Como si fuera a venir a ayudarles algún alma divina…

Seguí caminando hasta encontrar la estación MRT, el tranvía que me dejaría cerca de casa. El mapa del móvil (antes de que este muriera) decía que estaba exactamente en la estación… ¡Pero yo no veía nada! Después de preguntar a un policía este me señalo hacia arriba y dijo: «ahí».

 

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Vaya, no había caído en lo inteligente que es tener un metro/tranvía encima de tierra en vez de debajo. Sobre todo en Manila donde no sobra demasiado espacio y donde en época de lluvias todo se encharca de manera brutal. Wikipedia dice que en Manila hay oficialmente 1,6 millones de personas. ¡Sólo en la ciudad de Manila! Pero imagínate toda esa gente que nunca se inscribió en el registro y todos esos niños que poco más nacer son abandonados y, de alguna manera, sobreviven en las calles. Los locales dicen que, probablemente en Manila, hay otro millón de personas sin inscribir.
Cuando estaba apunto de entrar de entrar en el tren levanté la pista y me paré de golpe, el tren estaba LLENO. Lleno nivel:

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Hubo algo que me llamó la atención; en el vagón en el que iba a entrar solo habían hombres. Sinceramente, no me apetecía nada entrar en ese vagón y que me tocaran hasta el alma (y más sabiendo que en Manila hay un número enorme de agresiones sexuales) y decidí esperar al siguiente tren.
Después de mirar un poco a mi alrededor me di cuenta de que, ¡también había un vagón solo para mujeres! Me da hasta vergüenza decir esto pero, ¡qué alivio! Después de esto volví tranquilamente a la ciudad de Quezón donde me estoy quedando en casa de un amigo. Desde que el GPS de mi cabeza está roto estoy muy orgullosa de haber llegado a casa solita sin la ayuda de mi smartphone ejeje.

Espero que os haya gustado este post. Fue una experiencia bastante curiosa y espero que hayaiis podido sentir un poco de lo que sentí yo ese día.

 

 

 

Julia

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